Introducción y contexto
La acumulación de cantidades apreciables de algas en zonas de playa es un fenómeno natural habitual, en gran medida estacional, y que afecta a cualquier emplazamiento geográfico. Durante las tormentas de verano, o al final del período de vegetación, las macroalgas son arrancadas, transportadas por las corrientes y acumuladas en la zona de rompientes de las playas, lo cual origina esta deposición de las denominadas “algas de arribazón”. Galicia, por su particular orografía costera, padece especialmente este hecho. Las acumulaciones de algas son una característica constante de las playas de arena de Galicia y el proceso de deposición se intensifica con frecuencia en los estuarios y zonas al abrigo.
Estos acúmulos derivan en la generación de malos olores en las playas, y producen graves pérdidas al sector pesquero al depositarse sobre los bancos marisqueros e inducir condiciones de anoxia en el sedimento (muerte de moluscos bivalvos). El mantenimiento de los bancos marisqueros y de las condiciones higiénico-sanitarias necesarias para el uso de las playas, hace necesaria la retirada de dichas algas, lo que supone la extracción de enormes cantidades al año (no cuantificadas). Estas biomasas, representan una fuente de materia orgánica muy valiosa y abundante que, exceptuando casos aislados, no es aprovechada y se destina casi íntegramente a vertedero. Existen antecedentes que demuestran que las algas pueden ser aprovechadas para la producción de fertilizantes orgánicos de calidad mediante compostaje.
Las algas de arribazón han sido tradicionalmente utilizadas para su uso como enmienda de suelos de cultivo en zonas costeras de todo el mundo ya que constituyen una fuente de materia orgánica de fácil acceso que mejora visiblemente las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. En la actualidad, a pesar de que esta práctica se sigue llevando a cabo de forma anecdótica en relación a la biomasa disponible, la mayor parte de las algas son recogidas por empresas gestoras y destinadas a vertedero. El vertido de algas no sólo supone el desaprovechamiento de una excelente fuente de materia orgánica, sino que además supone un manejo inadecuado de dicho residuo, aumentando el riesgo de contaminación ambiental por generación de lixiviados, emisión de gases (incluyendo gases de efecto invernadero), y malos olores por podredumbre en condiciones anaerobias. El compostaje de las algas de arribazón constituye una alternativa sencilla al vertido, que permite la estabilización del material orgánico, reduciendo su impacto ambiental, y lo transforma en un producto de valor añadido, lo que permitiría recuperar los gastos de tratamiento y gestión de las mismas.
Además de su uso como fertilizante y abono en suelos cultivados, en los últimos años ha surgido alguna iniciativa para su uso como abono en suelos forestales quemados. Los incendios forestales son la principal causa de degradación y desertificación del suelo en muchas partes del mundo, incluyendo el sur de Europa como Grecia, Italia, sur de Francia, España y Portugal, causando la aceleración de los procesos de degradación del suelo y las pérdidas de nutrientes a través de la volatilización, el lixiviado y la erosión.
Asimismo, existen iniciativas en el uso de compost para prevenir y remediar la formación de aguas ácidas, producidas por la disolución oxidativa de minerales debida a la acción de factores naturales (edáficos, climáticos, y biológicos) y antropogénicos (derivados de la acción del hombre). Estas aguas no sólo se limitan a la industria minera (de carbón y de metales) sino también ocurren cuando materiales sulfurosos quedan expuestos a la acción natural, como, por ejemplo, en construcciones de carreteras, túneles y otras infraestructuras.